Dieciséis selecciones y un solo campeón. Echó a rodar el Europass en Basilea con un enfrentamiento entre dos selecciones que no parten como favoritas al título. Suiza, anfitriona, y la República Checa se midieron en un convite muy parejo que se decidió por la fortuna de los visitantes. Un choque con varios detalles a destacar y que al final declinaron la balanza a favor de los Karel Brückner.
Tanto Suiza como la República Checa tenían un patrón común sobre el vistoso tapete verde del St. Jakob-Park: balones largos, en busca de su ariete tanque –véase Streller por un lado y Koller por el otro- y que pase lo que tenga que pasar. La idea no es mala viendo las limitaciones de unos y otros, pero ello ha deslució de alguna manera el encuentro. Aun así, como suele suceder en los partidos inaugurales, los nervios, el vibrar de las hinchadas y la emoción hasta última hora fueron la nota predominante.
Al final, el favorito venció. La República Checa se mostró soberbia en la retaguardia, con un Tomáš Ujfaluši, próximo jugador del Atlético, sobrenatural en el eje de la zaga, cortando todo y anticipándose a la delantera suiza. Ésta se vio mermada cuando su principal estrella, Alexander Frei, cayó lesionado a los 42 minutos. Entre lágrimas, se despedía del choque y por sus gestos de dolor, posiblemente también de la Eurocopa.
En su lugar entró el veterano Hakan Yakin y Suiza que lo intentaba con ahínco y sin fortuna. En un duelo de idas y venidas, fue finalmente una de los checos la que modificaría el signo del mismo. Koller fue sustituido por Václav Svěrkoš para sorpresa de los que esperaban la entrada de Milan Baroš, pero el heredero del ‘10’ del gran ausente del combinado checo, Tomáš Rosický, daría la razón a su técnico cuando más apretaba Suiza.
En el 70’, Jankulovski botaba un córner, el rechace del mismo parecía llevar al enésimo contraataque suizo, pero un despiste del combinado de Jakob Kuhn, que no supo dejar en fuera de juego la línea ofensiva rival, la aprovechó Svěrkoš para convertirse en el primer goleador del Europeo. Su disparo con el exterior, para algunos un churro pero para un goleador como él seguro que a propósito, superó a Benaglio y daría ventaja a su selección, que en el tramo final se salvó de las tablas gracias al buen hacer de Čech y el travesaño, que privó a Suiza de un empate más que merecido y que hubiese valido como homenaje a su técnico, que atraviesa por un delicado momento personal y que aun así quiso estar con los suyos.
Tres puntos para la República Checa que lo único que garantizan es tranquilidad y un buen colchón para los duelos que se avecinan: Portugal y Turquía, casi nada…