El otro día echándole un vistazo a las portadas de los periódicos deportivos me llamó la atención el titular del más vendido: ‘Cristiano Ronaldo se mosquea con el Manchester’, rezaba. La principal razón por la cual el portugués no estaba a gusto era que el United le había prometido 13 millones de euros netos por temporada y en consecuencia no se sentía valorado. Horas más tarde pude comprobar el ‘mosqueo’ de Ronaldo. Lo hice viendo la instantánea en la que celebraba la Premier League. Sí, estaría mosqueadísimo pero lo disimulaba muy bien: gritaba y brincaba como el que más. Lo mismo que puede mosquear jugar una final de la Champions League. Y es que hay cosas que no tienen precio. Como la verdad, por ejemplo.
Fútbol internacional
Cuatro caminos llevan a Quaresma
Puede sonar descabellado y no negaré que quizá lo sea, pero es que ha vuelto a pasar otra temporada y Ricardo Quaresma sigue encandilando en una liga demasiado inferior a su nivel, la portuguesa, de la que con un Oporto que le ha hecho renacer de sus cenizas, es dueño y señor.
La historia de Quaresma es conocida por todos (o al menos los fieles a este blog). Un servidor fue siempre firme defensor de este crack con mayúsculas al que el Camp Nou, las circunstancias o yo qué sé, le impidieron triunfar con la elástica del Barcelona. Uno de los hechos que obligaron a este mago del balón a marcharse de Can Barça por la puerta de atrás y con apenas 20 años fue Frank Rijkaard. De ahí que, por qué no, tantee su retorno a la Ciudad Condal.
Se cumplen algunos requisitos. El primero, la comentada marcha de Rijkaard, su principal ‘no-valedor’, quien apenas apostó por el talento del portugués (algo extraño después de ver la confianza que ha depositado en otros con menos como Giovani o en otros tantos canteranos). El segundo, su edad. Quaresma ya no es un niño (en septiembre cumple 25 primaveras) y así lo ha venido demostrando los últimos años en el Oporto, con el que no ha dejado de vencer siendo siempre su alma máter y líder sobre el césped de una institución tan importante como la lusa, con la que este curso ha vuelto a ganar el campeonato doméstico.
El tercer requisito es la ausencia de crack por excelencia en el Barcelona. Ronaldinho tiene pie y medio fuera, por Eto’o se escucharán ofertas y del resto ya se sabe. En el nuevo proyecto de Pep Guardiola tendría que haber un complemento para Messi, un jugador con un talento innato no sólo para el fútbol sino que, lamentablemente, también para las lesiones. ¿Alguien se imagina la banda derecha con el argentino y la izquierda con el portugués? Yo sí, y me encanta.
Por último, el cuarto y último requisito es el propio Quaresma y esa espinita que a uno le queda cuando un reto de tanta envergadura como fue para él en su día fichar por el Barça acaba siendo un fracaso. Quaresma ya no se esconde, ya no es aquel chaval que iba a ser el sucesor de Figo. Ricardo ya es Quaresma, no el sucesor de nadie. Para ser más grande debe dar el salto a una liga más grande. Y la española lo es. Y el Barcelona le puede hacer el mejor. Calidad le sobra, falta conocer si voluntad también.
Sinceramente, dudo mucho que Laporta, después de regalarlo en la ‘operación Deco’ llame a las puertas del Oporto para repescarlo. Yo le propondría de nuevo el trueque. Que nos den 20 ‘kilos’ más Quaresma. Soñar es gratis, aunque conociendo a los dirigentes portugueses (vendieron a Pepe (central) por 30 millones y acaban de traspasar a Bosingwa (lateral diestro) al Chelsea por 20) y a Txiki y compañía, estoy convencido que a parte de pagar 40 millones, aún les regalaríamos hasta un trozo del escudo.
A continuación, dos goles que le marcó hace un par de semanas al Vitória Guimarães.
La Finta | ‘QuaresMágico′
La Finta | ¡Quaresma en acción!
La Finta | Festival Quaresma
Ronaldo, entre golazos y lesiones
Aún recuerdo su infinita velocidad y su facilidad para irse de los defensas, para plantar cara al portero rival, dibujarle una finta y marcar sin oposición un golazo. Hablo del Ronaldo del Barcelona, del que viví en primera persona. El que yo quería ser de mayor. Ese Ronaldo vejaba a sus oponentes sin compasión, pero era lo único que sabía hacer. Arrancaba como una moto, a De la Peña se le encendía la bombilla y el brasileño la iluminaba con una diana de bandera. Fue la mejor versión del Fenómeno. Eran otros tiempos.
El PSV se convirtió en el trampolín hacia un Barça en el que sólo estuvo un año. Muy poco, pero lo justo para convertirse en la leyenda que es hoy en día. En la Ciudad Condal dejó huella, una larga huella empañada por un precipitado adiós que heló el corazón de muchos seguidores.
E Italia ha sido testigo de las dos lesiones más graves de su trayectoria, en la que los goles y las lesiones han ido cual pareja en San Valentín agarradas de la mano. Cuando Ronaldo pudo despegarse se marchó a Madrid, donde el Fenónemo se transformó en el Gordo y éste se hinchaba a goles, a pesar de las críticas. El año pasado, como si fuese un mal que azota a los brasileños, se estuvo rascando la tripa hasta que Fabio Capello dijo basta y se lo regaló al Milan.
Ronie, a pesar de entrenar y pelear, nunca volvió a ser el mismo de antes de la lesión sufrida cuando vestía la camiseta del Inter. Ni cuando estuvo en el Madrid ni mucho menos el último año en el Milan. Ancellotti suspiraba por recuperarlo, pero el ‘99’ jamás volvió a recuperar el tono físico. Sí que defendió la elástica milanista y sí que marcó buenos goles, pero era una evidencia que algo debía de cambiar para que Ronaldo siguiese el curso que viene en el Calcio.
Ahora a Ronaldo se le ha vuelto a caer el mundo encima. Otra vez en Italia. Otra vez una lesión. Pero ahora con 31 años y con un contrato en juego. Entre nueve y doce meses puede pasarse en el dique seco el que fuera Bota y Balón de Oro y FIFA World Player hace más de una década. Ya no puede demostrar que está bien. Debe volver a comenzar, con lo que a él le cuesta. Una pena.
[ Sus goles en el Barça ]