Semana de asado, semana de conjura, semana de salidas en grupo ante una posible despedida de Alves. Semana de fiesta, de declaraciones. Semana en la que según Dani, «sería imperdonable no ganar al Elche»; semana en la que según Pedro «sería imperdonable no aprovechar la segunda oportunidad» que le ha dado la Liga al Barcelona. Semana de Liga. Semana de calculadora. Semana de esperanza envuelta de escepticismo. El Barcelona, en una semana donde era imperdonable no ganar al Elche, puede celebrar que el Málaga y el vértigo del Atlético le han hecho un favor. Lo del Martínez Valero no era un trámite, por mucho que así nos lo vendieran. Y con más chiripa que otra cosa, el Camp Nou decidirá el campeón. Si la lógica se impone, será el Atlético. Si la sorpresa asoma, el Tata podrá marcharse con una Liga que ni él se imaginaba hace ocho días. Ante el Elche enésimo capítulo de inoperancia. De inutilidad. Sólo una sorpresa, de esas que te da la vida, le hará campeón. Y que el Barça sea campeón por sorpresa es una sorpresa. Pero es a lo que nos tiene acostumbrados este equipo. No hay más cera que la que arde. Por mucho que le pongamos música de The Killers o Coldplay de fondo y revivamos noches de gloria.
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