Tras el parón navideño toca volver a la acción. Varios son los partidos de la Liga española que van a tener a los espectadores en vilo. Por ejemplo, el del Málaga-Atlético. Los colchoneros, igualados a puntos con el Barça, pueden dormir la noche del sábado como líderes si consiguen ganar a un rival caracterizado por su intermitencia. El Atleti va a por todas y como tal trabaja. El 1 de enero, mientras otros todavía disfrutaban de vacaciones, el Cholo puso manos a la obra a los suyos. No contento con el rendimiento de una plantilla que está exprimiendo al máximo se ha reforzado con José Sosa, un futbolista de mucho talento, desperdiciado en Ucrania, y que se une al elenco de guerreros que aúna el cuadro rojiblanco. A eso se le puede llamar cualquier cosa menos resignación: más competencia para un plantel al que personalmente veo campeón de Liga. Con permiso de Barcelona y Real Madrid, espero que este Atlético no se desinfle. El coraje que ha insuflado Simeone y el carácter es algo que probablemente se mantenga perenne de aquí a final de temporada. Pero lo que no se puede controlar es el estado físico. Los partidos acaban pesando y es en ese sentido donde no deben aflojar sus pupilos para plantarle cara a un Barça que muchas veces gana por inercia y a un Real Madrid que tiene pinta de ir de menos a más. La jornada, como siempre, se podrá seguir a través de Rojadirecta, y como primer plato del sábado ofrece el choque en la capital de la Costa del Sol. Yo, si fuera Schuster, taponaría el optimismo a cal y canto. Este Atlético tiene visos de romper cualquier cerrojo.
Personajes
Messi: una mejora de contrato inmerecida
Messi es bueno. Es buenísimo. Probablemente no gane el Balón de Oro que se entregue en los próximos días, pero nadie discute que es un crack. Y los cracks deben ser valorados como tal. Sin embargo, una cosa es que sea el mejor jugador del mundo, o uno de los dos, y que por ello se le deba mejorar porque otro, que se supone que no es tan bueno como él, tenga en su nómina un céntimo más que el argentino. Es comprensible que el Barcelona quiera proteger a su estrella por encima de todas las cosas, pero las mamadas constantes lo que único que pueden traer es la autocomplacencia de quien ya se siente un Dios. Messi tuvo un inicio de temporada regular tirando a malo en comparación con temporadas pasadas. La guinda del pastel la puso al lesionarse. El equipo, sin su referente, y él, como toda estrella que se precie, con el trato de favor que merece. Se marcha a Argentina, se viste con la elástica de entrenamiento de la albiceleste y a recuperarse… para el Mundial. Pero Messi, no contento, suelta unas declaraciones en contra de un directivo azulgrana y se queda tan ancho. Y para rematar la faena, el presidente, Sandro Rosell, confirma que se está trabajando para que los ceros de la ficha del argentino siga creciendo porque, total, es el mejor jugador del mundo y por consecuencia debe ser el mejor pagado. Tócatela, pero es así. Al país de Messi se ha desplazado en estos días Zubizarreta, el doctor Pruna y el preparador físico Paolorosso. Para que Messi esté más a gustito. Y para renegociar una mejora de contrato que no se ha ganado.
El paso definitivo de Quaresma
Por fin. Para un servidor se trata de uno de los mayores talentos que ha dado el fútbol. Otra cosa es cómo haya administrado ese talento. Ricardo Quaresma ya no es un crío, tiene 30 años y regresa a la casa en la que mejor ha estado alojado, la del Oporto. Una excusa perfecta para echar la vista atrás y recordar maravillas como la trivela, ese golpeo exquisito con el exterior del pie. Desde verano andaba sin equipo, quizá por desgana o tal vez por carencia de ofertas interesantes. La cuestión es que por fin podremos volver a disfrutar de su magia, la que se intuía en el Sporting de Potugal, la que se quedó a medias en Barcelona, la que arrasó en Do Dragao y la que empezó su decadencia en el Inter de Milán y en el Chelsea. En el Besiktas se convirtió en un ídolo, pero abandonó Turquía para jugar en la mediocre liga de los Emiratos Árabes. Todo por la pasta, adiós al fútbol de primer nivel. Ahora se reencuentra con la élite, en un equipo que nunca renuncia a la victoria, en un conjunto en el que dio lo mejor de sí antes de dar el salto al vacío. El Mundial suena descabellado, pero de Quaresma siempre puedes esperar cualquier cosa. Porque Ricardo no ha dado un paso atrás, ha dado el paso definitivo. Suerte.